[India 2013] Varanasi, vida en el ghat, muerte en el Ganges

La noche cubre ya la ciudad. Se puede ver las estrellas perfectamente encima de los reflejos del Ganges. Aquí la muerte sigue igual, porque no sólo la vida diaria sigue igual sino que todo lo que rodea a la muerte, se celebra del mismo modo tan especial.

Llegué por la mañana en el tren nocturno. Los kilómetros de sub-suburbios antes de entrar a la ciudad, son, de nuevo espeluznantes. Es imposible encontrar una palabra que lo describa correctamente, si acaso una combinación de varias, tal como atroz, sobrecogedor, demoledor, decrépito, sórdido, inhumano, desolador... Uno al contemplarlo con la misma pausa con la que el tren lo atraviesa, no sabe si quizás egoístamente abrir una botella de champán para celebrar lo bien que vivimos los tan ahora indignados occidentales, o sino coger un cohete que te transporte a un planeta tan lejano que esté aún por descubrir.

Una vez en la ciudad, y tras circular en un clásico autoricksaw, me alojé en un hotel aceptable. Tiene vistas al Ganges, está bien situado y se puede comer buen arroz desde una gran terraza.

Me pasé el día caminando, entre callejuelas estrechísimas que evitan el tráfico y por tanto el ruido. Aparte de dichos callejones, sobre todo uno se pasa el día de ghat en ghat, esas escalinatas que bajan al río. Ahí mismo la gente se amontona para realizar todo tipo de actividades, desde lavar, lavarse, purificarse y otras cosas que suenan muy bien pero que lógicamente son terribles por el estado de contaminación del Ganges.

Entre todos los ghat uno resulta especialmente peculiar, es el denominado ghat de Manikarnika. Aquí se incinera a la gente al aire libre y con la simple ayuda de unos trozos de madera, convirtiéndose en un espectáculo dantesco. Mañana entraré en detalles porque ahora es tarde aquí, 4,5 horas más que en España, es la 1:25.

Mientras dejo una serie fotos de ayer aun por Calcuta y de hoy ya en Varanasi.

Calcuta...

Varanasi...